Personas Altamente Sensibles o PAS 

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¡Hola a todxs! Hoy os traemos un artículo basado en un concepto que está muy de moda y sobre el que se está leyendo mucho en numerosas cuentas de divulgación. Hemos querido hacer frente a este concepto controvertido porque su existencia o no ha generado mucho revuelo en los/as profesionales del mundo de la Psicología. Por ello, os traemos también referencias e información basada en la evidencia que hay hasta el momento.

¿Qué es una Persona Altamente Sensible?

El término «Persona Altamente Sensible» (PAS) fue acuñado por la psicóloga y autora Elaine N. Aron en la década de 1990. Se refiere a una característica de la personalidad que implica una mayor sensibilidad y reactividad sensorial y emocional en algunas personas en comparación con la población general. Las personas altamente sensibles tienden a procesar y percibir el mundo de manera más profunda y sutil, lo que puede afectar a su forma de relacionarse con los demás, de experimentar el entorno e incluso en su forma de sentir.

Es importante tener en cuenta que la alta sensibilidad es una característica que se sitúa en un continuo, como todas las características de personalidad. Esto supone que las personas pueden mostrar diferentes grados de sensibilidad, desde baja a alta. Además, debemos recordar que la alta sensibilidad se refiere más a la forma en que se procesa la información y las experiencias, es decir, cómo percibimos el entorno y sus estímulos.

Criterios:

Los criterios que se suelen tener en cuenta para identificar a las personas altamente sensibles son los siguientes:

  • Procesamiento más profundo de la información: tienen una mayor capacidad de captar los estímulos del entorno por lo que reciben más información y más detallada. Además, el procesamiento que hacen sobre toda esta información es más profundo.Sensibilidad sensorial: el sistema sensorial de estas personas es más «sensible» a los estímulos, por lo que pueden sentirse abrumadas con facilidad por estímulos sensoriales intensos como ruidos fuertes o luces brillantes. Esto también puede suponer que puedan ser más sensibles al dolor y experimentar malestar físico con más facilidad que los/as demás.
  • Reacción emocional intensa: su sensibilidad puede suponer también experimentar emociones de manera más intensa y duradera. Es decir, sus emociones van a tener un «volumen» superior a los/as demás.
  • Empatía y atención a los/as demás: la capacidad empática de estas personas suele ser mayor a la del resto, por lo que pueden tener una mayor capacidad para percibir y comprender las emociones y necesidades de los/as demás. Digamos que pueden ser más conscientes de los detalles sutiles en las interacciones sociales y mostrar una mayor empatía hacia las personas
  • Sensibilidad sensorial: estas personas pueden verse abrumadas por la cantidad o intensidad de los estímulos del entorno como los entornos caóticos o estresantes, ruidos fuertes o luces brillantes… incluso pueden ser más sensibles al malestar físico o emocional. Por ello, pueden necesitar más tiempo para recuperarse después de experiencias intensas, ya que su activación y consumo de energía en esas situaciones es mayor.

Debemos distinguirlo de…

Una de las principales controversias con este concepto es que se confunde con otros conceptos o incluso etiquetas diagnósticas, algo que ocurre por el uso incorrecto que se ha hecho de él en muchas ocasiones o por el uso coloquial que le dan algunas personas. Por eso, te dejamos algunos conceptos o trastornos con los que se suele confundir.

  • La introversión: un rasgo de personalidad del que hablamos en artículos anteriores. Aunque refrescamos que son personas orientadas a su mundo interno, que disfrutan de actividades tranquilas debido a que son más sensibles a la dopamina y necesitan menos estimulación para sentirse satisfechos. Aunque algunas personas altamente sensibles también pueden ser introvertidas, no todas las personas introvertidas son altamente sensibles, y viceversa. La introversión se centra más en la forma en que se obtiene energía y se interactúa socialmente, mientras que la alta sensibilidad se relaciona con la forma en que se procesa y responde a la información sensorial y emocional.
  • El neuroticismo: otro rasgo de personalidad. Se refiere a una tendencia a experimentar emociones negativas o desagradables con mayor facilidad. Ambas características pueden implicar una mayor susceptibilidad al estrés y una mayor reactividad emocional, pero recordemos que la Alta Sensibilidad hace referencia al procesamiento de la información y éste no tiene por qué ser de forma negativa.
  • Trastornos de ansiedad o del estado del ánimo: el hecho de que las personas PAS tengan reacciones emocionales más intensas que los demás, a menudo se confunde con este tipo de trastornos. Si bien es cierto que pueden experimentar dificultades de este tipo con más facilidad, no implica que deban padecerlos ya que pueden tener habilidades de inteligencia y regulación emocional como cualquier otra persona.
  • Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH): algunos de sus síntomas como la inatención o facilidad para distraerse, la impulsividad con la que actúan en algunos momentos y otros síntomas, pueden confundirse con este trastorno. La realidad es que el TDAH es un trastorno neuropsiquiátrico que implica síntomas más amplios y persistentes en diferentes áreas de la vida, mientras que la alta sensibilidad es una característica de la personalidad.
  • Trastorno del procesamiento sensorial (TPS): El TPS se caracteriza por una respuesta anormal o excesiva a los estímulos sensoriales y una dificultad para procesar e integrar adecuadamente la información sensorial. Algunos síntomas del TPS pueden superponerse con los de las personas altamente sensibles, pero es importante tener en cuenta que no todas las personas altamente sensibles tienen un trastorno del procesamiento sensorial ni tienen por qué tenerlo.

Si tienes dudas o preocupaciones, lo recomendable siempre será buscar el asesoramiento de un/a profesional de la salud mental para obtener una evaluación adecuada y un diagnóstico preciso.

¿Qué nos dice la evidencia?

Como ya hemos dicho, se trata de un concepto controvertido para los/as profesionales de la Salud Mental. Por ello, es fundamental ver qué dice la evidencia científica sobre ello.

La realidad es que la investigación sobre este tema está en desarrollo. La alta sensibilidad es un fenómeno complejo y multifacético, por lo que se necesita más investigación y más detallada para comprender completamente sus mecanismos subyacentes, su relación con otros conceptos y su impacto en la salud mental y el bienestar.

Aún así, los estudios parecen indicar la existencia de diferencias en la respuesta cerebral y la sensibilidad sensorial en personas altamente sensibles. Elaine Aron y Arthur Aron fueron los pioneros en estudiar este concepto en 1997, utilizaron escalas de autorreporte para evaluar la sensibilidad y encontraron que aproximadamente el 15-20% de los/as participantes cumplían con los criterios para ser considerados altamente sensibles.

A continuación, os contamos un breve resumen de los estudios más recientes a los que hemos podido acceder a partir de 2010.

En primer lugar, Jagiellowicz et al. (2011) investigaron las respuestas neuronales a cambios en las escenas visuales en relación con el rasgo de Sensibilidad al Procesamiento Sensorial (SPS). El estudio exploró si las personas con alta sensibilidad al procesamiento sensorial mostraban patrones de actividad cerebral diferentes en comparación con las personas sin esta característica. Los resultados del estudio encontraron que las personas con alta sensibilidad al procesamiento sensorial mostraban una mayor activación en áreas cerebrales relacionadas con el procesamiento visual y la atención selectiva cuando se enfrentaban a cambios en las escenas visuales. Esto sugiere que las personas altamente sensibles pueden tener una mayor capacidad para detectar y procesar estímulos visuales sutiles o cambios en el entorno.

Más adelante, Acevedo et al. (2014) investigaron las diferencias neurobiológicas en personas altamente sensibles en comparación con personas no altamente sensibles utilizando la resonancia magnética funcional (fMRI). Los investigadores encontraron que las personas altamente sensibles mostraban una mayor activación en áreas cerebrales relacionadas con la atención y la emoción en respuesta a estímulos emocionales.

Por otra parte, Pluess y Boniwell (2015) investigaron si la Sensibilidad al Procesamiento Sensorial (SPS) estaba relacionada con la respuesta al tratamiento en un programa de prevención de la depresión en adolescentes. El estudio examinó si las personas con alta sensibilidad al procesamiento sensorial eran más susceptibles a beneficiarse del programa en comparación con las personas con baja sensibilidad. Los resultados mostraron que los adolescentes con alta sensibilidad al procesamiento sensorial, es decir, las Personas Altamente Sensibles (PAS), tenían una mayor probabilidad de responder positivamente al programa de prevención de la depresión. Esto sugiere que las PAS pueden tener una mayor sensibilidad y receptividad a las intervenciones terapéuticas dirigidas a la prevención de la depresión en un entorno escolar.

Finalmente, Lionetti et al. (2019) realizaron un metaanálisis en donde investigaron la asociación entre la Sensibilidad al Procesamiento Sensorial (SPS) y los rasgos de personalidad y los síntomas afectivos en adultos jóvenes. El estudio se llevó a cabo en una muestra de población y se examinaron las características de las personas con alta sensibilidad al procesamiento sensorial. Los resultados del estudio revelaron que la alta sensibilidad al procesamiento sensorial estaba asociada con un mayor nivel de neuroticismo en los adultos jóvenes. Además, se encontró que las personas con alta sensibilidad al procesamiento sensorial mostraban una mayor susceptibilidad a los síntomas afectivos, lo que sugiere que pueden experimentar emociones intensas y estar más expuestas a trastornos del estado de ánimo, como la ansiedad y la depresión.

No podemos cerrar este apartado sin recordarle al lector que la evidencia sobre este concepto sigue en desarrollo y que las investigaciones hasta el momento no son suficientes para conceptualizar y comprender en profundidad este fenómeno. Por eso, os dejamos las referencias en caso de querer indagar más en el tema y recordamos que, en el ámbito de la investigación, a veces no se publican estudios de relevancia científica donde no hay resultados concluyentes o que estén de acuerdo con la hipótesis planteada.

¿Qué podemos concluir entonces?

  • Se trata de un rasgo de personalidad, no de un trastorno o diagnóstico.
  • A menudo se confunde con otros rasgos o conceptos por sus similitudes.
  • La falta de investigación al respecto no nos permite terminar de conceptualizar, delimitar y comprender en profundidad este término.
  • Las implicaciones que tiene en la vida de las personas pueden ser positivas y negativas, al igual que el resto de rasgos de personalidad.
  • Tener este rasgo no implica tener una peor salud mental o emocional, o más dificultades para trabajar sobre ésta.
  • Debemos utilizar este concepto con cuidado debido a que aún está en desarrollo y no sabemos suficiente sobre él.

Referencias:

Acevedo, B. P., et al. (2014). The highly sensitive brain: an fMRI study of sensory processing sensitivity and response to others’ emotions. Brain and behavior, 4(4), 580-594. https://doi.org/10.1002/brb3.242

Aron, E. N., & Aron, A. (1997). Sensory-processing sensitivity and its relation to introversion and emotionality. Journal of Personality and Social Psychology, 73(2), 345–368. https://doi.org/10.1037/0022-3514.73.2.345

Jagiellowicz, J. et al. (2011). The trait of sensory processing sensitivity and neural responses to changes in visual scenes. Social cognitive and affective neuroscience, 6(1), 38-47. https://doi.org/10.1093/scan/nsq001

Lionetti, F. et al. (2019). Sensory processing sensitivity and its association with personality traits and affect: A meta-analysis. Journal of Research in Personality, 81, 138-152. https://doi.org/10.1016/j.jrp.2019.05.013

Pluess, M., & Boniwell, I. (2015). Sensory-processing sensitivity predicts treatment response to a school-based depression prevention program: Evidence of vantage sensitivity. Personality and individual differences, 82, 40-45. https://doi.org/10.1016/j.paid.2015.03.011

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